Durante mucho tiempo, esta pregunta sobre quiénes invierten más, si los hombres o las mujeres, se podía responder a priori de una manera sencilla. Sin lugar a dudas eran los miembros del género masculino.
Y es que hasta bien entrado el siglo XX, la mayoría de las mujeres estaban apartadas de la toma de decisiones financieras, así como alejadas de los puestos de trabajo de altos ingresos, con muy pocas excepciones.
Aún en la actualidad esta situación sigue siendo así en algunas sociedades, limitándose la participación femenina con respecto a la economía a temas como la alimentación, vestimenta, educación o algunos asuntos inmobiliarios. Veamos más detalles.
Hasta fechas recientes, solo pocas mujeres podían llamarse inversionistas, propiamente hablando. Sin embargo esta situación ha comenzando a cambiar y está cambiando, afortunadamente; pero sigue siendo un proceso bastante lento.
Así, si bien ya hay más mujeres profesionales, incluso ocupando cargos gerenciales altos, sin embargo aún no están en la misma proporción que los hombres. Según un estudio sobre el tema, apenas un 20% de CEO’s son mujeres.
Por otra parte, aunque es igualmente bajo el porcentaje, en el sector de las finanzas se han ido dando pasos, y cada vez son más los casos de inversoras, demostrando estar capacitadas para estas tareas.
Claro, también en este ámbito hay gran diferencia entre ambos géneros. Al respecto, una investigación reseñada en la página DW señala que cerca del 27% de los hombres invierte en acciones, fondos u otros valores y en el caso de las mujeres solo lo hace el 18%.
De manera particular, se detalla que de doce millones de personas que en 2021 colocaron su dinero en acciones o fondos indexados, ocho millones eran de género masculino y cuatro de género femenino.
Lo podemos decir en una ecuación sencilla, a modo de conclusión parcial: una de cada tres inversionistas son mujeres. Y hay países como México donde la proporción es aún más baja: solo dos de cada diez, según un informe de GBM.
¿Por qué invierten más los hombres que las mujeres?
Aparte de los ya mencionados, existen otros factores que inciden en inclinar la balanza con respecto al hecho de que inviertan más los hombres que las mujeres. Uno de ellos es, muy determinante: el de la brecha salarial.
En un artículo publicado en el portal de la ONU, se señala que en promedio las mujeres cobran alrededor de 20% menos que los hombres, incluso ante tareas de igual valor o en cargos de funciones similares, según datos proporcionados por la Organización Internacional del Trabajo. Estas cifras corresponden al promedio mundial. Sin embargo, hay países donde la brecha es aún más notoria.
El problema no es solo el promedio, sino que, por ejemplo en México, son mayoría las mujeres que ganan salarios relativamente bajos (hasta 70%); y pocas crecen profesionalmente, en el sentido de ser ascendidas a puestos de toma de decisión y con mejores sueldos, según señala el Centro de Investigación en Política Pública.
Adicionalmente, un alto porcentaje de las mujeres se encuentra como población económicamente no activa. Siguiendo con el mismo caso de México, más de la mitad (54,9%) se encuentran en esta situación, donde no obtienen ingresos ni manejan dinero propio, sino que se dedican a oficios del hogar, crianza de los hijos y administración del patrimonio común.
Por todo lo antes expuesto, la capacidad de ahorro es menor y la disponibilidad de dinero para invertir también. En este contexto, no resulta extraño que quienes invierten más sean los hombres, antes que las mujeres.
Un tercer factor vinculado con esta desigualdad tiene que ver con el hecho de que hay sectores de actividad dominados tradicionalmente por los hombres. Y el de las finanzas es uno de ellos, incluso a día de hoy.
Pero aún hay más razones que explican las diferencias de ambos géneros en cuanto a la cantidad a invertir o incluso al hecho de invertir o no. En tal sentido, otra de las circunstancias asociadas, esta vez de índole cultural, tiene que ver con la autopercepción de los roles.
De acuerdo con especialistas en neurofinanzas, en cuanto a su estructura, valores y filosofía, el sistema financiero y el mundo de las inversiones en general responden a una lógica y a una forma de ver el mundo que son más bien masculinas.
Esto explicaría ciertas situaciones presentes en las finanzas, relacionadas con el correr riesgos, la necesidad de competir con otros rivales y superarlos, donde los mayores niveles de testosterona de los hombres tendrían alguna influencia.
En otro orden de ideas, hay casos en los que por razones de su formación religiosa o bien familiar o cultural, algunas mujeres ceden voluntariamente a sus esposos las decisiones en cuanto a lo que hacer con el patrimonio familiar.
Al respecto, según un estudio de 2019, citado también por DW, esto ocurre con casi dos terceras partes de la población femenina. Por ello se entiende que en apariencia las mujeres están muy por debajo de los hombres en cuanto a participación y cifras de inversiones.
No obstante, este último dato nos puede hacer pensar que algunas cifras serían invisibles, engañosas o difíciles de dilucidar. Porque si bien el hombre toma la decisión de invertir, y nominalmente aparecería como titular, también hay parte del patrimonio de la mujer allí invertido.
Diferentes estilos para invertir
En los tiempos que corren, están emergiendo nuevas formas y modalidades de invertir. En este contexto, hay cualidades de la mujer que pueden constituirse en fortalezas. Por ejemplo, su mayor prudencia es una herramienta que favorece con respecto a la gestión de riesgos y las inversiones a largo plazo, por lo general más conservadoras, para mantener el patrimonio y asegurar tranquilidad financiera.
Otra cualidad que sobresale en ellas es su tenacidad para proseguir con la estrategia inversora de manera consistente. Por consiguiente, el sector inmobiliario puede resultarles atractivo, así como los fondos y otros en los que se obtenga una renta periódica, en comparación con las acciones y divisas, que son mercados a menudo más volátiles.